El fenómeno del Niño en Colombia es terrible y su efecto va más allá de lo ambiental |
En el gráfico se puede ver cómo el fenómeno de El Niño ha crecido sin parar durante los últimos 65 años (1950 a 2015): Según el catedrático Manuel Guzmán Hennessey, profesor de la Universidad del Rosario y director general de la red latinoamericana sobre cambio climático el año 2016 empezó con el fenómeno de El Niño, el más fuerte que se haya registrado en mucho tiempo en un momento en que debe demostrar ser capaz de hacer realidad una política ambiental acorde con el posconflicto. Según el catedrático, en un escrito en el portal Razón Pública, la mayoría de los modelos de predicción de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA, por su nombre en inglés) y del Servicio Nacional de Meteorología de la NOAA indican que el fenómeno de El Niño se acentuará durante los primeros meses del año. Meteorólogos de Estados Unidos han dicho también que El Niño de este año ya se ha convertido en el segundo más fuerte desde que se tienen registros, y que podría ser uno de los cambios climáticos más marcados de los últimos 65 años, hecho que obliga a los nuevos alcaldes a preparar a las comunidades para enfrentar sus efectos. La intensa sequía se traduce en olas de calor intenso que afectan la agricultura y aumentan por lo mismo el precio de los alimentos. También se prevé un aumento de las anomalías de salud pública derivadas de estas alteraciones climáticas. Según Hennessey el actual Niño puede llevar al país a sufrir un racionamiento de energía eléctrica, lo que pone en evidencia que cuando se habla de cambio climático no son cosas que pueden ocurrir sino que es una realidad que ya está sucediendo y que se debe enfrentar con responsabilidad. En la pasada Cumbre de París, donde los pequeños Estados reclamaron mayor atención por parte de la comunidad internacional para enfrentar sus problemas ambientales y se puso en evidencia que los países más vulnerables son los que han de llevar la peor parte de la crisis climática y en adelante las actuaciones de los gobernantes del mundo deben tener en cuenta esta variable. En Colombia, según el profesor Hennessey tanto del gobierno central como las alcaldías municipales de Colombia han de enfrentar tres desafíos ambientales de carácter comprensivo en 2016 y para eso deben fortalecer las instituciones del sector; formular planes de adaptación al cambio climático, y armonizar la gestión ambiental de los territorios con la política del posconflicto. Colombia en la Cumbre Climática que sesionó en Paris en diciembre pasado (COP21) se comprometió a reducir el 20 por ciento de sus emisiones de GEI (gases de efecto invernadero) con respecto a lo que emitía en 2010 y la mayor parte de estas emisiones provienen de la agricultura, la ganadería y la deforestación. En todo este panorama lo curioso son las políticas contradictorias pues mientras el gobierno está comprometido con las metas de reducir las emisiones de GEI y la deforestación, al mismo tiempo se propone “expandir la frontera petrolera más allá de las cuencas más explotadas”, según Mauricio de la Mora, presidente de la Agencia Nacional de Hidrocarburos. Para completar, la estrategia para tal expansión, escribió en el portal Razón Pública el profesor Hennessey, tiene como eje buscar combustibles no convencionales cuya exploración requiere técnicas de fracturación hidráulica o fracking. En Bogotá el alcalde Peñalosa anunció que la ciudad triplicará su área durante en los próximos cuarenta años y està en el debate qué pasará con la reserva ambiental Van Der Hamenn, y con los suelos agropecuarios de la altiplanicie que hoy son despensa de alimentos, razón por la cual el profesor Julio Carrizosa ha denunciado fenómenos migratorios internos que podrían convertirse en “una tragedia socioecológica”. El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) ha dicho que los principales desafíos del posconflicto están íntimamente relacionados con una buena gestión ambiental del territorio de la mano de procesos de ordenamiento territorial cuya mira principal sea construir una paz sostenible que vea lo rural más allá de lo agropecuario. Para finalizar el profesor Hennessey alerta en la necesidad de analizar la actividad extractiva –especialmente la minería- y sus implicaciones para la construcción de paz que està en contradicción con el modelo abiertamente extractivo y de control territorial. |
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