En medio de fuertes tensiones entre la Sociedad de Agricultores de Colombia, SAC y los altos dirigentes del agro desde el Estado, en cabeza del ministerio de Agricultura, se realiza este 5 y 6 de noviembre, en Bogotá, la cita más importante de los empresarios del campo, acorralados por diversos problemas que más que nunca señalan que su actividad está postrada ante fenómenos económicos de diversas índole.

A lo largo de los últimos 50 años, tras la intensificación del conflicto armado, la principal tarea de los gremios siempre fue la de buscar medidas que garantizaran la posibilidad de producir alimentos pese a la inseguridad que rondaba las fincas y parcelas, pero en los últimos años, tras el declive y desencanto por las equivocaciones de los grupos al margen de la ley, ahora los problemas quedaron al desnudo por la debilidad de las políticas de la clase dirigente.

Los devastadores efectos económicos y sociales que ha dejado la migración del campo a la ciudad, por la incompetencia del propio sector público y privado, tiene a los dirigentes buscando una salida urgente para evitar que el Estado colombiano siga siendo calificado en muchos escenarios como inviable, pero la toma de posiciones políticas y económicas desde distintas esquinas de la mesa, hace que sus más reconocidos voceros estén jalando el mantel, y a la vez tengan que escuchar los gritos de inconformidad de un campesinado que no está organizado pero que están llenos de razones en sus lamentos.

Los dos ministro de Agricultura que acompañaros al presidente Álvaro Uribe Vélez, como les pasó a muchos sectores económicos, quedaron opacados por el énfasis guerrerista de su mandato y no encontraron una fórmula eficaz para llegar detrás del camino que despejaron las fuerzas militares al sacar de los santuarios de violencia a los grupos armados ilegales y, en cambio, llegaron lo que ahora se llama por parte de la institucionalidad como las Bacrim, que no es otra cosa que nuevas organizaciones delincuenciales haciendo de las suyas y causando terror y miedo en medio de la ola de inseguridad que tiene tomado al país por falta de oportunidades.

El Presidente Juan Manuel Santos, que hizo parte del Gobierno del expresidente Álvaro Uribe no ha podido armar una acción coherente para enviar un mensaje claro a los empresarios y campesinos con el tema de la “locomotora del agro”, que antes pedían seguridad en los campos, pero que además reclaman medidas que los ampare y proteja de los efectos devastadores de los Tratados de Libre Comercio, el cambio climático, la voracidad del sistema financiero, los atrasos en tecnología, transferencia de tecnología y mercadeo para solo mencionar algunas de sus plagas.

Ahora, con la realización de esta versión del XXXVII Congreso Agrario Nacional de la Sociedad de Agricultores de Colombia, SAC, que se hace cada dos años, y en el cual participan gobierno, sector privado y organismos internacionales, se pretende dejar clara la Visión Renovada del Campo, en la que es indispensable, si se quiere tener un futuro, que quepa el pequeño, el mediano y el gran productor, según informó la entidad.

El momento de su realización ofrecen, además, otros ingredientes que lo hacen atractivo y a la vez despreciable porque el paro no está para cucharas: los permanentes ataques del expresidente Uribe al Gobierno de Juan Manuel Santos, ahora que el país está  pendiente de saber si busca o no la reelección; los anuncios de un nuevo paro agrario nacional y los ataques del gobierno a los gremios porque considera que su modelo de funcionamiento no responde a lo que necesita la producción moderna, basada en grandes productores modernos y eficientes porque los pequeños son costosos y no son competitivos.

El escenario académico contará en su acto de clausura con la presencia del Presidente de la República, Juan Manuel Santos Calderón y servirá para sentar las bases de una verdadera Política Agraria de Estado en Colombia, que transcienda ministros. presidentes, gobiernos y una solución segura para reducir la brecha de pobreza entre el sector rural y urbano a falta de interacción entre los diferentes ministerios con la cartera de Agricultura y Desarrollo Rural.

Durante el evento se conocerán las principales lecciones que se derivan de la experiencia internacional en materia de desarrollo rural, la superación de conflictos y la búsqueda de la paz, y los lineamientos de la política actual de desarrollo agropecuario y rural en Colombia, a propósito del Pacto Nacional por el Agro y el Desarrollo Rural. Así mismo, se debatirán las herramientas de política más relevantes en torno al ordenamiento y uso eficiente y sostenible de la tierra para la producción agropecuaria y el desarrollo rural y la nueva arquitectura institucional para el desarrollo agropecuario y rural.

“El XXXVII Congreso Agrario Nacional es una mirada y un análisis hacia el futuro y no un recuento del pasado. Por la calidad y origen de los panelistas invitados, es un evento más que incluyente. Es la continuación pero también un alto en el camino para reflexionar sobre el futuro del sector rural colombiano y recobrar el papel protagónico que el sector agro debe tener en nuestro país”, señaló Rafael Mejía López, presidente de la SAC.

En las últimas semanas ha trascendido sobre los permanentes enfrentamientos entre el ministro de Agricultura, Rubén Dario Lizarralde, proveniente del gremio de los empresarios palmeros, pero que no ha logrado armonizar relaciones con prácticamente ningún gremio, además de recibir permanentes cuestionamientos de los partidos políticos que no lo dejaron ni posesionar cuando ya lo estaban recordando inhabilidades por la compra de tierras en zonas de baldíos.

Este año, la SAC cuenta como aliado estratégico con la Misión en Colombia de la Organización Internacional para las Migraciones OIM,  agencia de Naciones Unidas que coopera en la temática del desplazamiento, la reintegración y el desarrollo rural entre otros temas. Dicha organización ha brindando asesoría al gremio en la construcción de la agenda académica del Congreso Agrario.