Durante años el café fue el motor de la economía nacional. Los cafeteros lograron sobrepasar el ataque de la roya y de la broca a sus cultivos, pero sucumbieron ante el peso de la opulenta y burocrática Federación Nacional de Cafeteros. Una entidad que para cobrar impuestos y usar plata del estado y los caficultores se viste de entidad pública. Pero para rendir cuentas y mostrar en qué se gasta la plata se disfraza de privada.

Por paradojas del destino, la actual situación obedece a una cadena interminable de desaciertos estructurales en el manejo de la política cafetera, de la que han sido protagonistas en el pasado por vínculo laboral con la entidad altos funcionarios del actual gobierno, comenzando por el mismo Presidente de la República, sus Ministros de Hacienda, Agricultura, Defensa, Salud y el inefable Asesor Presidencial, Gabriel Silva Luján. Pero nadie asume responsabilidades en el proceso de deterioro del negocio cafetero y de la Federación, que carga con el peso del mayor descalabro financiero y administrativo que ha vivido el país en su historia económica e industrial. Dejaron perder valiosos activos como: La Flota Mercante Grancolombiana, El Banco Cafetero, Concasa, Almacafe, Agrícola de Seguros, Cafesalud, Aces, Alianza Suma. También dilapidaron el reconocimiento mundial de la marca Café de Colombia, el más suave del mundo y redujeron la producción cafetera del país en un 50%, promoviendo la sustitución del cultivo por el del ¡lulo! ¡Habrase visto! Algo ingenioso, como si la Cooperativa de Paneleros promoviera la siembra del Aguacate en lugar de la Caña de Azúcar.

Y en la actualidad tratan de levantar cabeza de los resultados negativos de Procafecol y sus Tiendas Juan Valdez, donde por ejemplo alquilaron un costoso local en España por 10 años, el que luego de pagar durante 17 meses sin usar, decidieron devolver pagando una costosa indemnización. Al paso que vamos solo se podrá exportar en el futuro pelo de la cola de la Mula Conchita, porque el café que estamos tomando ya esta siendo comprado a Perú, Ecuador y Brasil…

¡Esa es Colombia y el negocio del café!