La queja que los productores lácteos vienen señalando desde cuando se inició el gobierno del presidente Juan Manuel Santos al fin fue escuchada por el ministro de Agricultura y Desarrollo Rural, Juan Camilo Restrepo Salazar, quien formuló un llamado a los importadores de lactosueros y leche en polvo.

Su pronunciamiento fue  para pedirles que no saturen, al amparo de los TLC, el mercado nacional lechero y pongan en riesgo tanto la actividad de las 350 mil familias productoras de leche como a la propia industria láctea del país.

“El Ministerio de Agricultura advierte que las autoridades no permitirán que, en aplicación de los tratados de libre comercio, se avasalle a la cadena láctea nacional con importaciones indiscriminadas”, señaló el ministro en el Congreso de la Industria Láctea, de la Asociación Nacional de Industriales de la Leche, Asoleche.

El ministro notificó que el Gobierno consideraría la posibilidad de acudir a las salvaguardias arancelarias para evitar importaciones desmesuradas y defender el ingreso y el empleo de las miles de familias campesinas que dependen de la actividad lechera.

Restrepo Salazar informó que los ministerios de Agricultura y Salud se encuentran en la tarea de revisar la resolución por la cual se establece el reglamento técnico sobre los requisitos que deben cumplir  los derivados lácteos para consumo humano que se fabriquen, procesen , envasen, almacenen, transporten, expendan, importen, exporten y comercialicen en el país.

Destacó el trabajo de la Superintendencia de Industria y Comercio, de exigir que en la venta al público de toda bebida a base de lactosuero, se indique, en una etiqueta visible, que no es un producto elaborado con leche.

Esto con el fin de evitar engaños a los consumidores y brindar toda la claridad informativa sobre los productos derivados de la leche y los productos elaborados  con lactosuero, los cuales claramente presentan una diferencia de aporte nutricional y de costos.

En el país aumentó la producción y el consumo de leche y en los últimos cinco años el promedio anual de cada colombiano pasó de 126 a 146 litros