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Según ex ministro Gabriel Rosas Vega vamos mal para sacar adelante el café
cosecha cafetera

 

Con la distancia que da el tiempo y la sabiduría que dan los años, el reconocido ex ministro de Agricultura, vuelve a alzar su voz autorizada para decir de manera franca y abierta, por encima del mal y del bien, los pecados que se están cometiendo por parte de los dirigentes cafeteros desde el sector público y el privado.

¿En su concepto cuál es principal problema del sector cafetero?

Son errores estratégicos acumulados desde el fin del Acuerdo Mundial del Café en 1989 que saltan a la vista para todo el mundo, menos para los dirigentes gremiales. Las soluciones ya están inventadas, pero es urgente cambiar de estrategia porque así como vamos ni se produce café en las mismas zonas ni por la misma gente.

¿Y dónde ha estado el problema para no encontrar soluciones?

Confirmada la caída de la producción de café a fines de 2009, se debatió ampliamente la situación y la suerte que podría correr el café y con más pasión que realismo, algunos protagonistas respondieron enfurecidos que no había razón para cambiar nada. Los pontífices decretaron que el fenómeno era transitorio y que más pronto de lo imaginable el sector volvería a su cauce.

¿Y qué ha dicho la realidad?

Han pasado casi cuatro años desde entonces y las cosas no han mejorado. La producción sigue en su punto más bajo, la participación en las exportaciones cae y, por lo pronto, ocupamos el tercer lugar –ya casi el cuarto– en el escalafón mundial.

¿Y por qué cree que no ha pasado nada?

El discurso no cambia. Siguen aferrados a viejas prácticas, que en otros tiempos dieron buenos resultados, pero que hoy se han agotado. Estamos en plena crisis cafetera y no queda más remedio que enfrentarla pronto y sin enojarse, pensando en los productores.

¿Qué ha hecho que la caficultura hoy no sea protagonista?

Reafirmar la importancia del café en la vida nacional puede sonar como un lugar común. Pero en realidad, su peso relativo dentro de la economía ha caído, no sólo por el estancamiento de la producción y de las exportaciones, sino también debido al crecimiento de otros sectores –en particular el minero/energético— y de otros cultivos de tardío rendimiento, como la palma de aceite y los frutales. Por todo esto el papel de la actividad cafetera es muy distinto del que cumplía 20 o 30 años atrás.

 

¿Eso explica el desplazamiento del café a otras zonas?

Por una parte se dio un cambio sustancial en la geografía cafetera: hoy los principales productores no están en las zonas tradicionales, sino en el Huila, Nariño y Cauca. Este cambio ha traído consigo notables alteraciones en la cultura cafetera; el tamaño de los predios, el uso de los suelos, las prácticas agrícolas, en fin, las formas de manejar el cultivo, han sufrido modificaciones.

¿Y los resultados económicos son satisfactorios?

La participación del café en el PIB agropecuario descendió a un poco más del 6 por ciento, cuando representaba el 10 por ciento a finales de los años setenta. La producción ha seguido una ruta descendente, hasta el punto de llegar a volúmenes iguales a los del período 1958-1977, con promedios de 8 millones de sacos. Tras la fuerte contracción de 2009, se presentó un ligero repunte en el año siguiente, pero en 2011 la producción de café bajó a 7,8 millones de sacos.

¿Y eso qué significa en términos económicos?

Para ser breve, basta con indicar que Colombia perdió 7 puntos porcentuales de participación en la producción mundial, en tanto que Brasil la aumentó en 13 puntos. Mientras tanto, han ido apareciendo nuevos protagonistas como Vietnam e Indonesia, que desplazaron a nuestro país del segundo lugar que ocupó por muchos años. Estamos pues ante una situación comprometida en los frentes interno y externo, con insospechadas consecuencias sociales.

¿Está claro que hay un problema de incapacidad directiva?

Un estudio reciente y concluyente, entre los grandes jugadores de la caficultura mundial, observa que Colombia fue el único que no logró aprovechar las ventajas y neutralizar las desventajas de la suspensión de las cuotas del Acuerdo Mundial del Café, ocurrida en julio de 1989.

¿Puede señalar cinco puntos para una solución integral?

Pueden ser más pero algunas de las soluciones viables comparten las siguientes características:

  1. El actor que requiere apoyo es el productor y no el producto.
  2. El desarrollo regional depende del desarrollo de un colectivo de productores y el apoyo a dicho colectivo sólo adquiere pleno sentido en el marco de la región donde viven.
  3. La competitividad y la continuidad de las actividades económicas en la región dependen de aprovechar la complementariedad y la asociatividad entre productores y en promover la creación de valor agregado local.
  4. La tecnología que puede competir exige volúmenes de producción, calidad y oportunidad que trascienden los límites de la explotación individual y requieren acciones colectivas.
  5. La competitividad tiene que encontrarse junto con equidad social.

 

¿Por qué insistir en medidas para el sector cafetero?

El motivo es simple: el café hoy todavía genera uno de cada tres empleos rurales, ocupa a 560 mil familias y permite que dos millones de personas vivan directamente de la producción del grano. Con 631 mil empleos creados cada año, supera en 3,7 veces el total aportado por las flores, el banano, el azúcar y la palma, juntos.

¿Podrá el café ayudar a eliminar o al menos reducir la pobreza?

Ejemplos hay de países que gracias al cultivo de café han logrado eliminar la pobreza absoluta: Vietnam, Indonesia, Uganda y Etiopía. Si se orienta la estrategia cafetera hacia lo social, los beneficios más importantes de los ajustes estarán en los programas de erradicación de la pobreza rural, en el aumento del ingreso de las familias y en la calidad de sus condiciones de vida.

¿Y se está haciendo algo de fondo para promover el cambio?

Aunque el enfoque de las autoridades no es exactamente promover la reconversión del sector rural (léase productores de café), no puede pasarse por alto que la solución de gran parte de las dificultades se encuentra justamente en ese terreno.

¿Qué debe hacer el Estado?

La internacionalización de la economía está modificando las condiciones para la producción nacional y por eso el Estado debe prestar especial atención a la competitividad del sector cafetero, en el marco del mandato constitucional de "otorgar prioridad al desarrollo integral de las actividades agrícolas, pecuarias, pesqueras, forestales y agroindustriales" y de promover "la investigación y las transferencias de tecnología... con el propósito de incrementar la productividad" (artículo 65 de la Constitución).

¿Pero cómo definir “lo rural” en lo “global”?

Dado que el cultivo del grano hace parte de la sociedad rural y que en ésta se han presentado cambios debidos en buena parte al modelo de desarrollo global, es preciso analizar "lo rural" de manera diferente y adoptar definiciones y estrategias que se adapten a dichas modificaciones: a título de ejemplo pueden mencionarse los casos del Huila, Nariño y Cauca, muy diferentes de los departamentos de la zona cafetera.

¿Y cómo hacer para diferenciarla?

Se hace necesario asumir la pobreza y el desarrollo como conceptos relativos. Desde esa perspectiva –el reconocimiento de la diversidad– es claro que ya no es posible valorarla en el diagnóstico y en el análisis, para luego homogeneizarla en las acciones. Dicho en forma más contundente: es indudable que se necesitan políticas diferenciadas que respondan a la realidad de las zonas de producción.

¿Pero a los dirigentes les interesa es el producto?

Sí, pero el cambio debe darse en relación con los apoyos a las nuevas zonas cafeteras, al productor y no al producto, mediante la provisión de bienes públicos y eliminando cualquier connotación de protección a ultranza. Una y otra vez, será menester recordar que lo que nos importa no es la suerte del cultivo, sino la de los seres humanos que viven de él.

¿Cómo califica entonces el momento actual de la caficultura colombiana?

Está en crisis y deben tomarse medidas lo antes posible para que no siga sufriendo los efectos de la inercia.

 


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