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Para combatir la tristeza 'hacen reír' con inyecciones a vacas en Argentina
Para combatir la tristeza 'hacen reír' con inyecciones a vacas en Argentina

 

Para vacas tristes, una jeringa de Bio-Jaja... así se llama un nuevo desarrollo científico argentino para combatir la "tristeza bovina", un mal que afecta al ganado en zonas de climas tropicales y puede causarle la muerte, revela una información de BBC Mundo Ciencia. El Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) diseñó una vacuna ultra congelada que permite combatir el mal con una sola aplicación, lo que podría tener un alto impacto en la producción agropecuaria de regiones más cálidas, como las del noreste de Argentina.

"Afecta a los bovinos adultos, no a los terneros. Y es como el sarampión o las paperas en los humanos: generalmente son enfermedades benignas en los niños pero se vuelven mucho más virulentas y graves en los adultos. La tristeza bovina puede llegar a matar a muchos animales", explica a BBC Mundo el científico Atilio Mangold, investigador del INTA e integrante del grupo de Parasitología responsable del desarrollo.

La "tristeza bovina" es una enfermedad que no es broma, ya que causa una merma en la productividad de los bovinos. Pero, además, afecta la longevidad y la reproducción y puede ser letal cuando se trata de cuadros severos.

El remedio, que técnicamente es una "vacuna ultracongelada monodosis polivalente", se llamará en el mercado Bio-Jaja: una receta apropiada para vacas deprimidas.

La tristeza bovina es, en realidad, un complejo de enfermedades causadas por parásitos en la sangre de los animales: la anaplasmosis y la babeosis, que generan síntomas similares a los de una gripe o una depresión leve en los humanos.

"El animal se queda echado, tiene fiebre, no come, está decaído. De allí viene el nombre vulgar de esta enfermedad que tiene una distribución mundial, aunque concentrada en áreas tropicales y subtropicales", detalla Mangold.

En Argentina, las zonas con riesgo potencial para el desarrollo de esta enfermedad alcanzan los 90 millones de hectáreas donde se aloja una población de 10 millones de cabezas de ganado, según el INTA.

Y en América Latina, la población bovina sufre de este mal en casi todo el territorio: desde México hasta la zona norte-centro del Cono Sur, con excepción de Chile, donde no se halla la garrapata que es responsable de su transmisión.

Aunque el contagio es variable - según las zonas y las épocas del año, con un aumento notorio en la temporada estival en la que se registra un aumento en las poblaciones de garrapatas e insectos hematófagos que la transmiten-, el efecto de la tristeza bovina sobre la economía se hace sentir.

Según estadísticas oficiales, esta enfermedad genera pérdidas de unos US$200 millones en Argentina y más de US$1.000 millones en la ganadería brasileña.

A partir de una transferencia tecnológica, el desarrollo del INTA será compartido -y comercializado- por un laboratorio privado, después de haber pasado las pruebas de organizaciones internacionales de sanidad animal.

En el organismo científico ambicionan que el nuevo modelo de tratamiento de la tristeza bovina se abra camino en los mercados de otros países de la región que no producen la vacuna, como Paraguay, Bolivia o Perú.

Hasta hoy, el tratamiento del mal se hace con una vacuna refrigerada que sólo puede almacenarse por siete días después de fabricada. Al ser "ultracongelada" en nitrógeno líquido, la nueva droga puede durar por tiempo indeterminado, con un sistema similar al que se usa para congelar semen bovino o embriones.

"Eso permite transportarla a grandes distancias, por lo cual se contempla la posibilidad de exportación", confirma José Luis Spontón, director del Centro Regional del INTA en la provincia de Santa Fe.

En rigor, la tristeza bovina no es una enfermedad de zonas templadas y no afecta a la llanura pampeana y el centroeste del país, las principales zonas agropecuarias de Argentina.

Sin embargo, la frontera ganadera se ha desplazado gradualmente y la explotación bovina hacia el norte es cada vez mayor. Así, poder combatir la garrapata en esas zonas aumenta el potencial productivo.

"Con la mayor dedicación a cultivos (como soja o trigo) en el área de la pampa húmeda, las zonas menos productivas del norte que no son tan aptas para la agricultura se vuelven adecuadas para la ganadería", comenta el científico del INTA.

Asimismo, la vacuna está lista para hacer frente a un posible efecto del cambio climático: con el aumento de las temperaturas y la consecuente expansión de las poblaciones de insectos y garrapatas, es posible que la tristeza bovina aparezca en zonas donde hoy no se manifiesta.

"El cambio climático puede determinar, en el futuro, que haya más garrapatas en ciertas zonas que hoy son templadas y que podrían pasar a tener clima más cálido. Ante esto, la vacuna permitiría estar preparados", confirma Mangold.

 


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